Cuando chico, tiempos en que la internet era incipiente y la mayor cantidad de información inútil la accedía a través del Reader’s Digest, siempre me llamó la atención la impresionante colección de películas de mierda que poseía el «socio» del Video Club.
El «Socio» era una especie de Henry Rollins crespo, a veces pelado con un chivo y lentes. Escasa formación académica pero alto conocimiento en basuras irrelevantes. Era una experiencia sorprendentemente iluminadora de estupideces hablar con él.
Por cierto, para no irme del tema, el socio tenía una basta cantidad de películas softcore de las que recuerdo especialmente «TittyLand» y «Esclavas Sexuales» maravillas del cine erótico que jamás vi pero cuyas carátulas poblaron mis sueños húmedos adolescentes.
Cercano al rack calenturiento, se encontraba el mundo del terror, coronado por películas bizarras como «Scanners», «Poltergeist» y por supuesto «Las caras de la muerte».
¿A qué viene todo esto? Una metáfora sobre la grasa, tetas y muerte.
Para pensar.
Gentileza de Breaking The Law
El estoperol del seno izquierdo lo usa de tapón de tina
jajajajaja, notable la cara de terror y asco del rucio!
En los conciertos deberían haber carteles en que se pudiese leer: «Prohibido mostrar las charchas a todo ser de mas de 70 kgs»
gracias!
jajajajajaá, la raja esa foto!, mandaré más y más!
que miedito
y hay gente que paga por ver tetas asi.