Ya nos habíamos reído desaforadamente con la angustiosa fortuna del mico en celo que, a falta de «enchufe» optó por invocar a Manuela Palma.
Ya nos habíamos reído desaforadamente con la angustiosa fortuna del mico en celo que, a falta de «enchufe» optó por invocar a Manuela Palma.